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martes, 26 de febrero de 2013

Brancaleone alle crociate - Mario Monicelli (1970)


TÍTULO ORIGINAL Brancaleone alle crociate
AÑO 1970 
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español e Inglés (Separados)
DURACIÓN 116 min. 
DIRECTOR Mario Monicelli
GUIÓN Mario Monicelli, Agenore Incrocci, Furio Scarpelli
MÚSICA Carlo Rustichelli
FOTOGRAFÍA Aldo Tonti
REPARTO Vittorio Gassman, Adolfo Celi, Stefania Sandrelli, Beba Loncar, Gigi Proietti, Lino Toffolo, Paolo Villaggio, Gianrico Tedeschi, Sandro Dori, Shel Shapiro
PRODUCTORA Coproducción Italia-Argelia; Fair Film / O.N.C.I.C.
PREMIOS 1971: Festival de San Sebastián: Mejor actor (Vittorio Gassman)
GÉNERO Comedia. Aventuras | Secuela. Edad Media 

SINOPSIS Secuela de "La armada Brancaleone". El caballero medieval Brancaleone organiza una expedición hacia Tierra Santa, liderada por un visionario monje, pero bastante desorientado para encontrar el camino a Jerusalén. En su camino se encontrarán con otro grupo que les acusa de herejía; además de mutilados, leprosos, brujas... (FILMAFFINITY)




La esperada secuela de "La Armada Brancaleone". El caballero medieval Brancaleone Da Norcia organiza una expedición hacia Tierra Santa,liderada por un monje visionario, pero bastante desorientado para encontrar el camino a Jerusalén. En su camino se encontrarán con otro grupo que les acusa de herejía, además de mutilados, leprosos y brujas...
Mario Monicelli estrenó el film cinco años después de "La armada Brancaleone", que había obtenido notable repercusión. "Brancaleone alle crociate" - Brancaleone en las Cruzadas- se vincula con el primer episodio a partir de la llegada del "héroe" (espectacular Vittorio Gassman en una de sus grandes creaciones) a tierra firme, luego de su peregrinar para incorporarse a las Cruzadas.
Se destaca la extraordinaria fotografía de Aldo Tonti, que realza el recorrido de Brancaleone por Tierra Santa. En esta ocasión, éste no lleva a cabo su periplo sólo con la compañía de su ejército -tropa curiosa pero tropa al fin- sino tambien con un agregado femenino bien diferente: la princesa rubia que se vale de sus servicios (Beba Loncar) y una muchacha a quien acusan de bruja (Stefanía Sandrelli).
También vale la pena destacar a tres de los nuevos miembros de su "Ejercito": el cruzado alemán sicópata interpretado por Paolo Villagio, el penitente cristiano masoquista, un muy particular leproso y la aparición del gran Adolfo Celli interpretando a un rey que sólo habla en rima.
Mario Monicelli y sus guionistas habituales, Age y Scarpelli, urden una trama que encadena maravillosos y divertidos gags (que en su época fueron transgresores), en lo que parece un precedente de algunas parodias de Monthy Pyton.
En el Festival de San Sebastián de 1971, "Brancaleone alle Crociate" recibió el premio a la mejor interpretación masculina para Vittorio Gassman
***
Vittorio (por Mario Monicelli)
Fue conmigo que Vittorio ingresó al cine como actor de comedia, con "LosDesconocidos de Siempre". Antes de eso, hasta fines de los años cincuenta, sólo se conocía su faceta de actor serio, dramático. El hecho es que nosotros dos éramos amigos, grandes amigos.
Como yo frecuentaba mucho a Vittorio, y en ámbitos que excedían los escenarios, sabía que su profunda capacidad de observación le permitían el humorismo y la parodia. En el teatro Vittorio adoptaba un tono autoritario que no utilizaba en la vida real, en la que se destacaba por ser un hombre de un ingenio irresistible y un director tenaz y explosivo.
Teníamos mucha confianza. Recuerdo largos paseos que abundaban en discusiones y contrastes, pero que se caracterizaban siempre por su tono humorístico. Si había algo que invariablemente lo irritaba, eran mis opiniones sobre la tragedia griega. El la idolatraba, le parecía algo sagrado, intocable. Yo le contestaba que, a mi modo de ver, tenía una retórica pomposa y que, en el fondo, todas las tragedias clásicas no eran más que libros policiales. No lo soportaba.
Cuando le propuse interpretar un personaje cómico, el de Los desconocidos de siempre, con guión de Age y Scarpelli, a quienes apreciaba mucho, Vittorio aceptó con sorpresa y entusiasmo. Finalmente se permitía ser él mismo. El rodaje fue muy placentero y gracioso. También fue ahí donde se conocieron Gassman y Totó, que encarnaba al gran maestro de robo de cajas fuertes. Junto con los hermanos Marx, Totó era el cómico a quien más admiraba Vittorio. Según me contó, lo dejaba pasmado. Lo encontraba sorprendente, su genio cómico superaba en mucho todo lo que él pudiera haber imaginado.
Luego Vittorio rodó conmigo "La Gran Guerra" y, a fines de los años sesenta y principios de los setenta, se convirtió en Brancaleone.
Fueron dos películas, "La Armada Brancaleone" y "Brancaleone en las Cruzadas". Una vez más el personaje está pensado para él. Age y Scarpelli pensaban en una saga
medieval que fuera realista, en oposición al mundo de los caballeros andantes y
las doncellas remilgadas que suelen pintarnos en la escuela. El nuestro sería un medioevo bárbaro, salvaje, repleto de miseria y suciedad, habitado por caudillos corruptos y groseros.
Vittorio le dio pleno sentido a todo: en el papel de Brancaleone se autoparodió de manera genial; se burló de su propia exaltación y retórica de actor serio reconocido y consumado. Construimos un lenguaje absurdo, "medievalizante" y cómico, que caracterizó a Brancaleone.
Vittorio se posesionó totalmente del personaje, logró comprenderlo, interpretarlo con soltura, hacerlo creíble. Nuevamente el clima de trabajo se destacó por su tono divertido y liviano, como pasa cuando se trabaja con grandes actores, con aquellos cuya solvencia no tiene límites.
http://funcion-especial.blogspot.com.ar/2010/10/brancaleone-en-las-cruzadas.html


Non credo di sbagliarmi nel pensare che quando Mario Cecchi Gori, Age, Scarpelli, Monicelli e Gassman si ritrovarono più di quattro anni dopo l'Armata Brancaleone fossero ben consapevoli del rischio che correvano: quello di annoiarsi per mesi e mesi. Il necessario cinismo della iperproduzione di alta qualità che li contraddistingueva rendeva chiarissimo a tutti loro come sarebbe andata: incassi molto buoni e critiche lusinghiere, con qualche antipatico ma lieve confronto col film precedente. Si trattava solo di approntare la nuova compagnia, considerato che Catherine Spaak e Gian Maria Volontè non ne avrebbero fatto parte, e di utilizzare le mille possibilità consentite dal linguaggio inventato, mischiando bene cultura, maccheronico e goliardico, ed agitando bene il tutto durante la ventina di sketches che avrebbero costituito la trama del film. Uffa, che noia!
Pur di non annoiarsi, ognuno ci mise del suo, compreso il produttore, perché metà del film si fece in Algeria, in una zona contigua al deserto del Sahara. L'altra metà, una qualsiasi delle mille location fra Lazio, Toscana ed Umbria andava bene.
Entrarono a libro paga dei nomi nuovi, rispetto all'Armata Brancaleone: Gianrico Tedeschi, che fa Pantaleo, una specie di eremita colto e speleologo, circondato da enormi tomi che cerca di distribuire in giro, Lino Toffolo, nella parte di Panigotto da Vinegia, che fa da interprete (i veneziani erano quelli che sapevano tutte le lingue del Mediterraneo), una parte piccola, ma in cui pronuncia le immortali parole "un sol grido un solo idioma: scapoma!", poi quell'avido di Gigi Proietti, che si prese tre parti: il peccatore dal peccato inconfessabile che si autopunisce anche assumendo il soprannome di Pattume, Colombino lo stilita, che deve decidere se ha ragione papa Gregorio o l'antipapa Clemente, e la Morte, eh sì! ma ci tornerò. E poi entrò nel cast Paolo Villaggio, che col cinema era gli inizi (il primo Fantozzi l'avrebbe fatto cinque anni dopo) e che fece la parte sua, quella del mercenario sempre disposto a schierarsi con chi è in vantaggio, per di più alemanno, difatti si chiama Thorz. La parte di Berta d'Avignone, giovane principessa molto sostenuta ma dal passato movimentato, fu assegnata a Beba Loncar, slava con l'aria fine da non crederci.
La streghetta Tiburzia da Pellocce (che si chiama anche Viperilla o Felicilla) fu assai felicemente di Stefania Sandrelli. Credo che fosse Gassman ad insistere perché Re Boemondo lo facesse Adolfo Celi, suo amico carissimo, che riesce a parlare in ottonari per più di un quarto d'ora senza che gli scappi da ridere. Anche Age e Scarpelli si dettero da fare per non annoiarsi: il linguaggio di Brancaleone alle crociate è molto evoluto rispetto al primo film, difatti il goliardico per le risate facili sparisce del tutto, si inventa il gioco degli ottanari a rima baciata, a cui oltre a Boemondo prende parte Brancaleone. E' un linguaggio più profondo e più vasto, ecco come si autodefinisce Brancaleone:
"Sono impuro. Eh eh! Bordellatore insaziabile, beffeggiatore, crapulone, lesto di lengua e di spada, facile al gozzoviglio... fuggo la verità e inseguo il vizio", nel primo film non avrebbe parlato così.
Però quelli che dettero la svolta decisiva furono Monicelli e Gassman. Che si poteva fare perché i personaggi non sembrassero solo dei mirabili burattini, ma delle persone in carne ed ossa, come dare profondità umana ad un film del genere? Semplice, introdussero un personaggio ben noto e che, in vari modi, compare spesso nel film: la Morte. La morte incombe all'inizio, con la strage degli scismatici seppelliti con la testa sotto ed i piedi che sbucano dalla terra, poi compare di persona (con la falce regolamentare) a Brancaleone, dicendogli che fra sette lune lo verrà a prendere, poi incombe nel possibile rogo in cui Viperilla (o Felicilla?) dovrebbe bruciare, e con la testimone a carico che depone con la testa sul ceppo e la minaccia della scure sul collo, poi nel lebbroso col campanello alla caviglia, completamente coperto, che spaventa tutti, salvo accorgersi nella seconda metà del film che era Berta d'Avignone. Soprattutto la Morte è presente nella scena degli impiccati all'albero che ci parlano: "Et ora pendoliamo fianco a fianco come morte foglie, e lo vento benevolo a tratti un po' ci ravvicina", qui non c'è niente di scherzoso, e giustamente, per questa scena grandiosa, qualcuno ha ricordato i versi di François Villon, che era meravigliosamente ancora un uomo del Medioevo:

Freres humains qui aprés nous vivez,
n’ayez les cuers contre nous endurcis,
car, se pitié de nous povres avez,
Dieu en aura plus tost de vous mercis.
Vous nous voiez cy attachez cinq, six:
quant de la chair, que trop avons nourrie,
elle est pieça devorée et pourrie,
et nous, les os, devenons cendre et pouldrie.
De nostre mal personne ne s’en rie;
mais priez Dieu que tous nous vueille absouldre!

Dopo sette lune, la Morte ricomparirà di nuovo a Brancaleone, solo nel deserto, per portarselo via. Brancaleone, che non a caso si è autodefinito poco prima Cavaliere Errante (è cresciuto, in questo film), impegnerà l'ultimo dei suoi combattimenti, e quando sta per soccombere, si interporrà fra lui e la falce la streghetta innamorata di lui, definitivamente Felicilla, e la Morte se ne andrà, la sua vittima l'ha avuta. Brancaleone non rimarrà solo nel deserto, arriva una gazza vivacissima che l'accompagna e lo festeggia: è Felicilla in una delle sue mille trasformazioni!
Si ride certamente meno che ne l'Armata Brancaleone, ma quelli di cui parlavo all'inizio non si sono certo annoiati, e ci hanno fatto un gran bel regalo.
P.S. L'episodio della Morte-persona, ed in particolare della morte che non agisce subito, ma dà un po' di tempo, si ispira, forse inconsciamente - Monicelli lo nega - alla Morte del Settimo sigillo di Bergman.
Lo stilita Colombino mi richiama in mente il Simon del deserto di Bunuel.
Il lebbroso tutto coperto (che poi è Berta d'Avignone) mi ha fatto un po' acrobaticamente pensare a I sette samurai di Kurosawa: quando camminano verso il villaggio da difendere dai briganti, sei samurai camminano insieme, il settimo, Kikuchiyo, li segue a distanza tenendoli di vista, e la stessa cosa succede in Brancaleone alle crociate.
E l'albero degli impiccati di Monicelli l'ho rivisto in un film abbastanza recente: Il mestiere delle armi di Ermanno Olmi.
http://abbracciepopcorn.blogspot.com.ar/2007/09/brancaleone-alle-crociate.html


La pittura nel cinema: Brancaleone alle crociate
I titoli di testa e di coda di Brancaleone alle crociate sono di Emanuele Luzzati (1921-2007), nella usuale collaborazione con Giulio Gianini, e a questo si aggiunge che il film è organizzato per episodi, ed all'inizio di ogni episodio c'è una illustrazione di Luzzati che mette subito in medias res, dice cioè quale sarà il tono dell'episodio.
Di sé diceva con eleganza lieve di non essere pittore, intendendo certamente di sentirsi soprattutto artigiano: illustratore, scenografo, ceramista. Quasi tutti, quando vediamo una illustrazione di Luzzati la riconosciamo immediatamente per il suo stile inconfondibile, ma forse non sappiamo quanto lavoro ha fatto, dalle scene per le rappresentazioni nei principali teatri lirici (ma anche per spettacoli di prosa e di danza), alle illustrazioni per i libri di Calvino e Rodari (anche la Divina Commedia, per il Corriere della Sera), ai film di animazione (sempre con Gianini). Ha utilizzato terracotte e smalti, arazzi, collage e incisioni; ha inventato i costumi, oltre a realizzare i bozzetti di scena. Ha persino arredato navi, palazzi e parchi giochi. In Piazza Carlo Felice a Torino allestì un grande presepe aggiungendo le figure delle fiabe. Si ispirò spesso, e lo si capisce solo a pensarci, al Flauto Magico di Mozart, e si tenne una mostra nella casa di nascita di Mozart a Salisburgo. E ricordo anche le mostre "Viaggio nel Mondo Ebraico" a Milano e a Roma, nell'anno 2000.
Torno a Brancaleone alle crociate. Le illustrazioni di Luzzati sono ancor più appropriate di quelle fatte per L'armata Brancaleone: c'è una perfetta corrispondenza con le intenzioni del regista Mario Monicelli.
Solimano

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